La minería amenaza

© Foto cortesia Periodismo para Elevar la Conciencia Ecológica (PECE)

 

Comunidades de la Sierra Juárez de Oaxaca cumplen 25 años de haber recuperado el control de sus bosques

 

Capulalpan de Méndez, Oaxaca — En esta comunidad indígena zapoteca, como en la mayoría de las poblaciones de la Sierra Juárez de Oaxaca, la organización ha sido un principio fundamental para quienes la habitan, pues gracias a esta forma de regirse, en 2008 cumplieron 25 años de lograr la derogación de un decreto presidencial que les impedía hacer uso de sus tierras y de sus bosques.

Este decreto permitió a la Fábrica de Papel Tuxtepec (Fapatux) hacer una carretera, pero no para comunicar a las poblaciones, sino para que los camiones de carga pudieran tener acceso a los bosques y extraer la madera, dice Eusebio Roldan Félix, encargado de Planeación y Manejo Forestal Comunitario del Territorio de la Unión Zapateca-Chinanteca (UZACHI).

A esta Unión actualmente pertenecen las poblaciones de Capulalpan de Méndez, Xiacui, La Trinidad, todas estas de la sierra Juárez y Santiago Comaltepec, municipio perteneciente a la zona chinanteca, a unos 270 kilómetros de la ciudad de Oaxaca.

La unión entre estas poblaciones y al menos otras cinco, se dio de manera inmediata al ver que parte de su patrimonio estaba siendo invadido, pues el gobierno federal, en 1970, le otorga a Fapatux una concesión por 97 años para explotar los bosques, mismos que han sido cuidados de manera ancestral por las propias comunidades.

Sin embargo, en 1980, este movimiento indígena zapoteco y chinanteco logra derogar ese decreto presidencial y nuevamente los bosques pasan a ser propiedad de las comunidades.

Eusebio cuenta la historia y dice que es hasta 1989 cuando los indígenas discuten y planean qué harán, se fijan objetivos y concluyen que tienen que planear la actividad forestal, darle un uso racional a sus recursos forestales, además de que deben contribuir a impulsar el desarrollo de la región.

A partir de esa planeación aprovechan los recursos, reforestan y protegen el bosque y efectivamente le dan un desarrollo a la región, ahora esta comunidad logra emplear a los mismos habitantes de esta población, es una de las poblaciones que cuenta con madera certificada y que hace uso de sus recursos de manera responsable.

Semillero de profesionistas cuidando su territorio

Para trabajar en esta población en alguna de las áreas, el primer requisito es ser nativo de aquí. Anteriormente la comunidad no contaba con profesionistas, pero ahora se jactan de que es “fácil” encontrar a ingenieros, biólogos y otras carreras afines que necesiten los bosques.

Estos nuevos profesionistas después de estudiar su carrera en distintas universidades del país, vuelven a la comunidad a compartir sus conocimientos y capacitan a quienes no cuentan con un perfil académico, y así de manera conjunta continúan con el cuidado de estas tierras que les dan desde agua, alimento y hasta trabajo.

Ahora estos profesionistas que han estudiado en diversas universidades, producen semillas de hongos comestibles, realizan además un monitoreo para detectar que no se hayan sembrado granos genéticamente modificados, pues durante el periodo 2001-2003 en esta zona detectaron siembras de maíces transgénicos. En la segunda semana de este mes de noviembre científicos de la Universidad Nacional Autónoma Nacional confirmaron la existencia de transgénicos en esta zona del estado de Oaxaca.

A partir de ahí, dice Roldan Félix, se monitorea los cultivos para ver que no se tengan este tipo de semillas en la población, aunque ellos tienen un gran reto, deben explicarle a los pobladores el por qué no se deben sembrar semillas que no sean nativas de la región o de la comunidad, pues es posible que éstas estén modificadas.

Agrega “y han comprendido, antes quizá se les hacía fácil sembrar el maíz que se compraba en la CONASUPO, y de esos granos sembrados fueron los que resultaron ser transgénicos, ahora les explicamos que esto trae consecuencias”.

Este profesionista de la región acepta que “es difícil poner barreras” para que no se siembren semillas transgénicas, el único camino que les queda es “capacitar a las personas, explicarles el daño que esas semillas le hacen a la tierra y al humano”.

Generando empleos en la misma población

Por la organización que tienen estas poblaciones han logrado ofrecer servicios ecoturistícos, como cabañas, restaurante en el que sirven platillos de la comunidad o truchas, que tienen en un criadero que ha sido instalado por los mismos indígenas zapotecas de aquí.

Eusebio cuenta a reporteros que asisten al Taller “Cobertura del manejo comunitario de bosques” organizado por el Centro Internacional de Periodistas, que este tipo de organización y la forma del cuidado de sus recursos ha permitido que la población le dé empleo directo a 130 habitantes de la comunidad en distintas áreas.

De la misma forma, de manera temporal emplean a 400 personas, también de la misma población, quienes obtienen un salario de 120 pesos diarios, esto evita que los habitantes emigren hacia otras ciudades o al extranjero en busca de mejores condiciones de vida.

También las ganancias que se logran obtener en esta comunidad, se emplean en obras sociales como caminos, escuelas y lo que en una población indígena no falta: Las fiestas, a las que se puede llegar sin previa invitación y aun así, eres bienvenido.

La mina de oro y plata ha secado 13 manantiales

Se han podido organizar para trabajar, cuidar sus bosques y derogar una ley que los hacía sentirse en territorio ajeno, pero contra lo que no han podido estos pobladores es hacer que deje de funcionar una mina de oro y plata de capital canadiense que ha estado funcionando por 200 años y a lo largo de este tiempo se han perdido 13 manantiales.

Ahora temen que esta mina siga secando sus manantiales y Roldan Félix, expresa su preocupación “¿qué va a pasar en un futuro con nuestra agua si sigue aquí la mina.

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